El universo diminuto

Cuando uno empieza a pensar en la inmensidad del universo, del espacio, de los años luz  y  en lo infinito que es.., tanto tanto que no tiene fin, se le genera como una especie de cosquilleo incómodo en el estómago. Rápidamente, como quien espanta una mosca molesta, desechamos  ese pensamiento sintiendo un alivio inmediato..¿No os pasado nunca?

Creo que los seres humanos no tenemos la capacidad de imaginar esa dimensión sin límites que llamamos infinito, porque nosotros solemos tener bien acotado nuestro universo particular. En él, encerramos a nuestra familia, amigos y conocidos, nuestro trabajo o ocupación, nuestro amor, nuestras preocupaciones y nuestras alegrías. Se convierte en un universo particular, con sus estrellas, sus constelaciones y, como no, sus agujeros negros.

En ese universo particular que construimos, a menudo caemos en una sensación de "limitación",  monotonía, desidia y, porque no decirlo, en ocasiones, de aburrimiento.  Eso sucede porque siempre esperamos un acontecimiento que nos haga vibrar, salir de nuestra cápsula.. un viaje, una nueva relación, un cambio de trabajo, una fiesta o un coche mejor.. Es esa espera, olvidamos mirar a nuestro alrededor para ver un universo diminuto, hecho de cosas insignificantes, pero que pueden encerrar grandes dosis de felicidad.

Mi universo diminuto incluye cosas muy pequeñas, pero que, sorprendentemente me hacen muy feliz...  el primer café de la mañana, comprar un pequeño ramo de flores, reunirme con una amiga para tomar algo, una buena película o un libro, la compañía de mi perro, una palabra cariñosa, un abrazo de mis hijos, una canción que me gusta, un día soleado, un "te quiero"..

Construir ese espacio o diminuto universo particular es una tarea de cada uno. No olvidemos apreciar las insignificancias cotidianas, porque en ellas reside toda la felicidad que necesitamos.

                                                                         

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