sábado, 30 de noviembre de 2013

Quijote

Le llamaban Quijote. No porque fuese alto y delgado, que lo era, sino porque se afanaba en salvar el mundo, ingenuo y soñador, luchando contra molinos de viento. Deambulaba por las calles ofreciendo a los "sintecho", bultos sin nombre, café caliente y palabras cálidas. Cuando volvía a su casa y se envolvía en su edredón de plumas y sus sábanas limpias, se sentía culpable por traicionar a aquellos a los que dejaba atrás, tiritando en los portales, en los cajeros, en los bancos de las calles, noche tras noche..

Su hermano era diferente a él. No era mejor ni peor, simplemente, ocupaba el lugar que la vida le había repartido en suerte. Sabía disfrutar la vida. Le gustaba la ropa cara y la buena mesa. Se codeaba con lo mejor de la sociedad madrileña y le gustaba  salir a disfrutar de los lugares "in" de la gran ciudad. A veces, se cruzaban en la noche, su hermano de la mano de alguna rubia "pija", él cargando una bolsa con termos y sandwiches. Fingían no verse o, a veces, se dirigían una mirada rápida de reconocimiento mutuo... sin rencores, sin reproches.

Quijote aprendió a las malas que no todo el mundo quiere ser salvado. Una de tantas noches, recibió una puñalada en mal sitio. Tardaron casi media hora en encontrarlo tendido en un gran charco rojo. En sus últimos minutos, oyó el susurro desesperado de su hermano -¡Luis, no te vayas! Aún queda mucho por hacer.. Vuelve, lo haremos juntos. Yo iré contigo la próxima vez y ya no tendrán hambre, ni frío. No te vayas, por favor, no te vayas"... Sonrió,  pero ya no pudo articular palabra. "Oh Sancho, tenías razón.. los molinos no eran gigantes y el mundo no necesitaba otro caballero andante, tal vez las cosas eran lo que eran,  y  haya sido una locura querer cambiarlas".

"Viví loco y morí cuerdo"..  Un último suspiro, un último pensamiento.





miércoles, 27 de noviembre de 2013

100% PERSONA

Con la llegada de las fiestas navideñas, leer etiquetas de todos esos artículos que miraremos hasta encontrar el regalo perfecto se va a convertir en una acción repetida, hasta el hastío, por la mayoría de nosotros. Algo que no es de extrañar ya que las  etiquetas pueden ser muy útiles para los objetos, porque nos dan información muy valiosa sobre aquello que estamos pensando comprar: composición, precio, ingredientes y un largo etcétera de datos que nos pueden resultar muy útiles.

A los seres humanos, nos gusta poner etiquetas a todo y, como no, nos gusta etiquetarnos a nosotros mismos y mutuamente, porque así es más fácil "distinguir" a cada cual y "saber" de que està hecho cada uno de nosotros. Lo hago yo, lo haces tú, lamentablemente, lo hacemos todos. Lo malo es que, en nuestro afán de etiquetar todo y a todos, muchas veces nos encerramos, nos encasillamos a nosotros mismos y a las personas de nuestro entorno dentro de un rol o de una posición que no nos define en nuestra totalidad, en nuestra individualidad, en definitiva, en nuestra verdadera esencia. Y en esa " etiqueta", siempre faltarán datos útiles para ser aceptados y queridos por lo que verdaderamente somos, aquello que verdaderamente nos define como personas.

 Etiquetamos y, sin darnos cuenta, excluimos, discriminamos, separamos... Y esas etiquetas se convierten en estereotipos que promueven intolerancia y violencia. Tal vez, la única etiqueta válida para un ser humano sea:

                    100% PERSONA
                    100% ÚNICO
                    100%  IRREPETIBLE







miércoles, 20 de noviembre de 2013

Marea

Hace ya un tiempo dediqué una entrada a la figura del maestro. Lo hice, precisamente, porque creo que la importancia del educador en la vida de un niño es casi tan grande como la figura de un padre o una madre en su desarrollo intelectual,  en su crecimiento como ser humano y en la construcción de los valores que regirán su comportamiento en el futuro.

Por eso, por el valor tan grande que les otorgo, me permito dirigirme a algunos docentes que, enfundados en camisetas verdes, han olvidado algunas cosas que a mi me parecen importantes, esenciales diría yo, para merecer el honor de ser llamado "maestro".

El primer precepto que han olvidado algunos docentes durante la crecida de la marea verde es que cada derecho conlleva un deber.. simple no? Veamos entonces, "querido maestro". Tu exiges tu derecho a la huelga. Respetado y concedido. Ese derecho, sin embargo, exige que respetes el derecho de los alumnos a los servicios mínimos y que, por supuesto, respetes a aquellos docentes y alumnos que no creen en tu causa y quieren ejercer su derecho a trabajar o a asistir a clase, sin coacciones, sin ataques, sin represalias. Ese es SU derecho, tan importante como el tuyo.

 Exiges tu derecho a enseñar en catalán.. Me gustaría que me indicases donde viene escrito ese derecho inalienable y, de existir, en que momento ese supuesto derecho eliminó el derecho de los padres a elegir la lengua vehicular en la que estudian sus hijos. Cuando una imposición similar la hizo Franco se llamaba dictadura... ¿Cómo  llamas tu a la tuya? Esos alumnos que llenan tus clases no te pertenecen y no puedes impedir, cogiéndolos como rehenes de tu huelga, que estudien la lengua oficial del país al que pertenecen. Ese derecho NO lo tienes.

Por otra parte, cobijado por ese puesto de trabajo asegurado, que sólo disfrutáis unos pocos privilegiados en este país, utilizas un espacio público y pagado por todos para manifestar, imponer y  propagar tus ideas políticas, tu proyecto lingüístico y tu forma de pensar ante unos niños que te han sido confiados para su educación en conocimientos, no en doctrinas políticas. Tu labor es enseñar a los niños a pensar y no QUE pensar. El adoctrinamiento no es propio de regímenes democráticos.

Por último , te recuerdo que tu sueldo lo pagamos todos, incluso aquellos a los que niegas el derecho a estudiar en castellano y en inglés y que, como funcionario público, estas obligado a acatar las leyes promulgadas por gobiernos elegidos en las urnas, porque ningún ciudadano tiene el derecho a incumplir las leyes porque no le gusten o no le convengan. TU, querido docente, tampoco.

¿Quieres vestirte de verde, quieres colgar pancartas, quieres poner lazos y banderas no oficiales, quieres exigir "derechos"?  Hazlo, pero hazlo en la calle, en tu casa y en tu tiempo. Los colegios son espacios de todos y para todos. Los que piensan como tú y los que no piensan como tú,los que creen en tu proyecto y los que creen en otro diferente. Por eso te pido... LA POLÍTICA FUERA DE LOS COLEGIOS!