jueves, 13 de diciembre de 2012

Pequeño homenaje





Me senté a esperarla en un céntrico café. Habíamos quedado para hablar de unos cursos de inglés para sus hijos. Cuando la vi entrar, supe que la enfermedad que la aquejaba estaba haciendo mella en ella. Llevaba un alegre pañuelo de flores cubriendo lo que quedaba de su melena negra. Su ojos, antes alegres y vivarachos, estaban ensombrecidos por oscuras ojeras. No tenía buen color. Sin embargo, algo en ella permanecía inmutable... su sonrisa.

Nos sentamos y charlamos largo y tendido.. de colegios, de niños, de maridos, de planes... Entre risas, me contó una anécdota del día que tuvo que ir a encargar una peluca para cubrir lo poco que quedaba de su pelo. Yo admiré que alguien pudiera reírse de una situación tan difícil y, para mis adentros pensé, que yo con toda seguridad no lo hubiera aceptado con ese humor.

Unos meses mas tarde compartimos una velada de cumpleaños de una amiga común. Seguía enferma, pero conservaba intacta su esperanza, su fuerza y su alegría. Vi en su lucha y entendí en sus palabras que, cuando  eres madre, rendirse NO ES UNA OPCIÓN. 

Amiga, has luchado hasta el final contra un contrincante grande, malo y fuerte ... pero éste nunca ha doblegado tu ánimo y, mucho menos, tu espíritu. Dejas un recuerdo imborrable en tu familia y en tus amigos y, a los que te hemos conocido, nos has enseñado que la vida merece la pena vivirla con entusiasmo,  incluso ante la peores circunstancias. Ahora descansa.


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