domingo, 27 de septiembre de 2015

La curva

La encontró sentada en el pequeño muro de piedra, al fondo del jardín,  con las olas rompiendo a sus pies. La observó en silencio. Ella, reflexiva, le pareció sumergida en alguna nostalgia que la mantenía alejada, su cabeza ligeramente inclinada y el viento alborotando su pelo, iluminado por los últimos rayos de la tarde.

Los ojos de él descendieron lentamente por la curva de su nuca hasta sus hombros, suavemente redondos. Se detuvieron ahí, apenas unos segundos y continuaron por su camisa de hilo entreabierta, hasta la profundidad de su escote. Sintió un deseo casi irrefrenable de sumergir su rostro en su pelo y absorber su olor, su esencia, sin hablar... solo respirando.

Lentamente, se dió la vuelta, y se alejó por el mismo sendero que lo había llevado hasta ella, dejándola sola con sus pensamientos. Y él quedo también, para siempre, solo con los suyos.

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